Otro punto de vista

2. la persecución: un problema atemporal

El discurso del Apóstol Pedro el día de Pentecostés con el que se convirtieron cinco mil varones fue el inicio de la Iglesia [1]. Desde un primer momento, la Iglesia fue hostigada. Saulo de Tarso fue, sin duda, uno de los grandes perseguidores que, tras su conversión [2], pasaría a ser el Apóstol Pablo, uno de los más perseguidos. 

La historia nos muestra como los primeros cristianos vivían en medio de una sociedad mayoritariamente pagana y hostil. El emperador romano Nerón (64 d.C.) es, en palabras del historiador cristiano Tertualiano (155-230 d.C), el “primer perseguidor de los cristianos”[3]. Esta opinión era compartida por otros autores como Lactancio (240-320 d.C.) y Sulpicio Severo, quienes también relatan las persecuciones que vivieron los cristianos durante el gobierno del emperador romano [4] [5]. Aunque sin duda, uno de los hechos acaecidos durante el mandato de Nerón más recordados fue el incendio de la ciudad de Roma que tuvo lugar durante la noche del 19 de julio de 64 d.C. Tácito relata que tras el incendio, la población buscó en Nerón al responsable. Éste, para alejar de sí las culpas, acusó a los cristianos y ordenó que a algunos se les arrojara a los perros mientras que otros fueron quemados vivos y crucificados [6]. A pesar de todo esto, algunas fuentes anteriores al reinado de Nerón hablan de una primera expulsión de cristianos de Roma ordenada por Claudio [7].  De todas formas, desde la persecución de Nerón se consideraba el cristianismo como "una superstición extraña e ilegal". Los paganos desconfiaban de los cristianos y se mantenían a distancia, sospechaban de ellos y los acusaban de los peores delitos. Los perseguían, los encarcelaban y los condenaban al destierro o a la muerte [8]

Debido a la incapacidad de profesar  abiertamente su fe, los primeros cristianos se vieron obligados a la utilización de diferentes símbolos como el pez para comunicarse entre ellos. En griego, pez es "IXTHYS", que resulta ser el acrónico de "Iesús Jristós, Zeú Yiós, Sotér". Esto es “Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador”. De la misma forma, tuvieron que reunirse en las catacumbas, auténticos laberintos que les brindaba seguridad, puesto que las diferentes salidas eran imposibles de encontrar para todo aquel que fuera ajeno al grupo. Es decir, el ejército del Imperio.

Pero la situación de los cristianos cambió cuando el emperador Constantino I, quien en la batalla del puente de Milvio (318 d. C.) dijo haber tenido una visión donde el Dios de los cristianos le mostraba una cruz luminosa en el cielo con la inscripción “vence con esto” que más tarde acabaría convirtiéndose en el conocido “in hoc signo Vinces” [9]. Ese mismo año, junto a Licinio, que gobernaba la parte oriental del Imperio, decretaron una serie de leyes por las que concedían la libertad de culto a todos sus súbditos [10], confirmadas por un edicto fechado en Milán en 313 d.C. que puso fin a las persecuciones [11].  

Constantino mitigó algunas diferencias entre el cristianismo ortodoxo y su principal competidor, la religión oficial del Sol Invictuos, para facilitar la futura aceptación por parte de una población tradicionalmente politeísta de la nueva religión oficial del Imperio: el Cristianismo. Entre las medidas tomadas por el emperador con este fin se encuentra el cambio de la celebración del nacimiento de Jesús al 25 de diciembre, debido a que esta era la fecha de celebración del nacimiento de Mitra y Baco, así como la fecha de los festivales del solsticio de invierno tales como la Saturnalia [12]. Por tanto, la mayoría de las prácticas llevadas a cabo por la Iglesia Católica, cuyo génesis se encuentra precisamente en Constantino I, tienen un origen pagano, que sin embargo fue santificado mediante su adaptación en la Iglesia [13]

Pero a principios del siglo VII surgió en la península arábiga una nueva religión monoteísta: el Islam, cuyo profeta Mahoma decía haber recibido revelación del Arcángel Gabriel [14]. La rápida expansión de la religión musulmana y la toma de la ciudad de Jerusalén por parte de los turcos, fueron dos de los principales motivos que desencadenaron en el cambio de rol de la Iglesia, pasando de perseguida a perseguidor. Fue el inicio de las Cruzadas, unas campañas militares llevadas a cabo por gran parte de la Europa latina [15] cristiana. Con el objetivo de recuperar el control cristiano de Tierra Santa [16], estas campañas, en general, se prolongaron durante un período de casi 200 años (1095-1291). Aunque en el caso concreto de España y de Europa occidental continuaron hasta el siglo XV. Pese a que las cruzadas fueron en contra de diferentes grupos religiosos, así como paganos y enemigos políticos del Papado, la mayoría de ellas iban destinadas a luchar contra el avance musulmán [17]

Pero en el medievo español, no sólo las cruzadas hacían que la persecución siguiera todavía al orden del día, aunque ésta tomó diferentes formas. La España medieval, profundamente católica, toleraba las demás religiones pero se negaba a permitir que éstas tuvieran los mismos privilegios que la religión “oficial”. Es decir, si las toleraba era únicamente porque en ello veía un remedio para salir del paso impuesto por la Historia [18].

Pero en esa época en España, existía todavía la “tierra del Islam”, donde los progresos de la arabización y luego de la islamización redujeron poco a poco el número de cristianos que vivían en territorio musulmán, terminando por desaparecer entre finales del siglo XI y mediados del siglo XII. Especialmente dos grupos procedentes de Marruecos (almorávides y almohades) se mostraron intransigentes con los judíos. Tuvo lugar de esta forma la primera persecución de judíos por parte del pueblo musulmán. Estos se vieron obligados a huir hacia los territorios cristianos del Norte, donde los soberanos los aceptaron por los conocimientos superiores que poseían, aunque esto no impidió que siguieran ocupando posiciones inferiores a las de los fieles de la religión dominante [19].

Pero este periodo de aparente paz finalizó con las conmociones sociales, económicas y políticas del siglo XIV que acompañaron y siguieron a la Peste Negra. Los cristianos empezaron a culpar a los judíos de la propagación de la epidemia, acusándolos de envenenar los pozos. Comenzó así una segunda persecución contra los judíos, pero esta vez perpetrada por los cristianos. Ésta, además, era favorecida por la propia nobleza, motivada por el dinero y las ansias de poder. Prueba de ello es la acusación que Enrique de Trastámara lanzó contra su hermano Pedro I, rey de Castilla, de rodearse de judíos y otorgarles privilegios; siendo precisamente partidarios de Trastámara los que llevaron a cabo las primeras matanzas de judíos en el Toledo de 1355. [20]

El Tribunal de la Santa Inquisición, creado en España en el siglo XIII, dependía de la autoridad del Estado. Fue el propio Papa (Inocencio VIII), quien autorizó a Fernando de Aragón e Isabel de Castilla para que nombraran inquisidores encargados de investigar y perseguir tanto a conversos judaizantes [21] como a sus cómplices. El Papa, por tanto, se posicionaba a favor de esta persecución pues veía en ello una forma de mantener la unidad del Catolicismo[22].

Quienes no querían dejar el judaísmo no eran perseguidos, pero se les obligaba a llevar un distintivo de color en su ropa, así como vivir en barrios apartados (las juderías) del que podían salir para desarrollar sus negocios, pero al que debían regresar para comer y para pasar la noche. Pese a que se trataban de medidas vejatorias, los judíos las aceptaron, pues esto suponía contar con el apoyo de los reyes. Es por eso, que el decreto de expulsión de 1492 los pilló desprevenidos[23]

Los motivos de esta expulsión fueron fundamentalmente dos. Por un lado, la aspiración de España a convertirse en un país como los que ya existían en la cristiandad. Por otro, la creación de un Estado moderno para el que se consideraba necesaria la unidad de la fe, considerándose por tanto incompatible la modernidad con la multiculturalidad[24]

En cuanto a los musulmanes en la España de los Reyes Católicos, cabe decir que tras la toma de Granada, más de doscientos mil mudéjares pasaron a la jurisdicción del reino de Castilla, sumándose a los veinte o veinte cinco mil que ya había en allí, así como a los doscientos mil en la Corona de Aragón. El acuerdo para la capitulación de Granada, firmado en noviembre de 1491, garantizaba de manera explícita a los musulmanes la libertad de culto y el respeto de sus costumbres. Pero esto era sólo una máscara, puesto que la verdadera intención de los Reyes Católicos era hacer de la Granada reconquistada una tierra plenamente cristiana. [25] 

El arzobispo de Toledo, Cisneros, tras reunirse con los reyes en Granada, en julio de 1499, y comprobar como las medidas del arzobispo Talavera no habían dado los frutos esperados, decidió tomar medidas más drásticas una vez que la reina abandonó el territorio en diciembre de ese mismo año. Aunque en un principio no atacó a los elches [26], cumpliendo así lo prometido en el acuerdo firmado en noviembre de 1491, si bautizó a sus hijos sin el consentimiento de los padres; transformó la mezquita del Albaicín en  una iglesia cristiana e hizo quemar en la plaza pública millares de libros coránicos. 27

Todas estas medidas suscitaron protestas que se hicieron más fervientes tras el asesinato en Albaicín del alguacil el 18 de diciembre de 1499. Tras la rebelión popular que se levantó en las Alpujarras en enero de 1500, los Reyes Católicos no se sintieron ya obligados a respetar los acuerdos de 1941 al considerar las manifestaciones como una violación de éste. Finalmente, en julio de 1501, los musulmanes fueron “invitados a elegir entre la conversión y el exilio”. [25] 

España conseguía así la tan ansiada unidad religiosa, con la que ya contaban el resto de países de su entorno. Sin embargo, no estaba dispuesto que ésta tuviera una vida longeva, ya que el 31 de octubre de 1517, Martín Lutero colgaba en la puerta de la Iglesia del Palacio de Wittenberg, sus 95 tesis, dando comienzo así a la Reforma Protestante.

La respuesta del Papado fue inmediata. Era necesario acabar cuanto antes con las ideas reformistas que amenazan con poner fin a la supremacía de la Iglesia de Roma. Numerosos reyes europeos, entre ellos Carlos I de España, se unieron a esta encomienda. Empezaba así una persecución que se extendería por toda Europa y que costaría la vida de reformistas como el suizo Huldrych Zwinglio o el agustino Martín Sanchís, primer español en ser ejecutado (1528).

En el caso concreto de Francia, los métodos utilizados por Luis XIV para forzar a los hugonotes [27] a convertirse al catolicismo, lejos de ser denunciados fueron aplaudidos por numerosos autores como Bossuet [28].

Aunque la ira contra los protestantes se fue apaciguando, en el siglo XX, junto con los cambios que se fueron sucediendo en todo el mundo, parecieron resurgir antiguas rencillas, a la vez que nacían nuevos odios. La pesadilla de la persecución seguía latente y en la actualidad aún no hemos despertado de ella. 

[1] Libro de los Hechos de los Apóstoles cap. 2, vrs. 14 al 41

[2] Libro de los Hechos de los Apóstoles cap. 9, vrs. 1 al 19

[3] Tertuliano, Apologeticum, Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica II.25.4

[4] Lactancio, Sobre la manera en que los perseguidores murieron II

[5]  Sulpicius Severus, Chronica II.28

[6] Tácito, Anales XV.44

[7] Suetonio, La vida de los doce césares, Vida de Claudio 

[8] http://www.catacombe.roma.it/es/symb.html - Instituto Salesiano San Callisto, Roma 

 
[9] http://www.cristianismo-primitivo.org/siglo_IV/romanismo.htm - El origen del Catolicismo romano

[10] http://www.cristianismo-primitivo.org/s4constantino.html - CONSTANTINO Y EL CRISTIANISMO OFICIAL. La génesis de la actual iglesia Católico-Romana

[11] M. Forlin Patrucco, “Edicto de Milán”, en Diccionario Patrístico y de la Antigüedad Cristiana

[12] http://es.wikipedia.org – Historia del cristianismo (La Iglesia Cristiana primitiva)

[13] J. H. Newman. An Essay on the Development of Christian Doctrine, pp. 359-360. 

[14] Gabriel Martínez Cebolla. EL ISLAM, nacimiento y expansión

[15] También denominada “la Romania”, es la parte de Europa en la que predominan las lenguas románicas o romances, en la que dicha lengua es reconocida oficialmente.

[16] Territorio geográfico que comprende todos los sitios en los cuales se desarrollaron escenas bíblicas tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Suele emplearse con mayor frecuencia para referirse a Jerusalén.

[17] http://es.wikipedia.org - Cruzadas

[18] Joseph Pérez. Isabel la Católica ¿un modelo de castidad? pp. 49

[19] Joseph Pérez. Isabel la Católica ¿un modelo de castidad? pp. 50-51

[20] Joseph Pérez. Isabel la Católica ¿un modelo de castidad? pp. 53-54

[21] Se llamaba así a los judíos que realizaban proselitismo 

[22] Joseph Pérez. Isabel la Católica ¿un modelo de castidad? pp. 67

[23] Joseph Pérez. Isabel la Católica ¿un modelo de castidad? pp. 75

[24] Joseph Pérez. Isabel la Católica ¿un modelo de castidad? pp. 82

[25] Joseph Pérez. Isabel la Católica ¿un modelo de castidad? pp. 86-89

[26] Se denominaba así a los cristianos (muchas veces ex-cautivos) que se convertían al Islam

[27] Así se llamaba a los protestantes franceses de doctrina calvinista durante las guerras de religión

[28] En su Politique tirée de l’Écriture sainte que « el principe debe emplear su autoridad para destruir en su Estado las falsas religiones »
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